lunes, 14 de abril de 2008

¿Cómo está constituida mi máquina?

De un día para otro, ésta máquina que llaman cuerpo, a mi me cambió. Y no exactamente porque se vea diferente, sino porque ya no funciona como antes, funciona mejor. Tiene más fuerza, es más flexible, reacciona y responde a cada impulso descontrolado que envía su intuición.

Me disculpo con ella porque antes la tenia olvidada, le era indiferente y no me preocupaba por cuidarla, pero encontré una manera de reconciliarme, pues he descubierto tantos tesoros escondidos en ella que inclusive la he puesto a trabajar tanto que ocasionalmente se queja y traquea.

Mi máquina está constituida de lo mismo que todas las demás, es algo insípida, sencilla y compleja, moldeable e imperfecta. Pero cada día he logrado apropiarme más de ella y habitarla mejor. Desde el día que decidí hacerla funcionar, no ha querido parar. Yo no dejo que se oxide, mi máquina es una máquina de movimientos fugaces, de sonidos cósmicos, de morados y de dolores torpes también. Así es, ama la danza, se golpea de vez en cuando por ella, y aunque eso a veces la haga querer desistir, sintiendo ánimos de reiniciar la búsqueda, la máquina para, se da un descanso de unos minutos y recuerda que está viva, que a veces se recalienta, pero eso es todo, debe seguir trabajando y progresar, y únicamente con ayuda de ella misma lo logrará.

Le agradezco a mi máquina por ser como es, por estos brazos y éste torso que brotan de ella, pues sin ellos jamás hubiese podido proyectarme larga y segura en el escenario. Gracias a éste par de piernas que me piden dar brincos y vueltas de aquí para allá, y a éstos pies que me tienen conectada a la tierra aunque cuando baile mi mente se desprenda de ella.

Melissa Álvarez

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