jueves, 29 de mayo de 2008

Nos veremos en el infierno

Sin demasiado alboroto sobrepasó el inmenso picaporte que le decía que había llegado y su jornada había acabado por completo, miro a su alrededor y vio que no había un pozo sin fondo, ni pequeños diablillos con tridentes, ni siquiera escuchaba los gritos de desesperación. No se parecía en nada a como se lo había imaginado. Solo estaban todos sentados en frente suyo, mirando hacia el frente, con sus caras apoyadas fuertemente en sus manos, resbalandose lentamente. El suelo no tenía pinta de ser muy cómodo, todo el tiempo se veían un par de millones de personas que se acomodaban resongando.
Esperó un momento para ver si alguien lo conducía a su puesto, pero como no parecía haber personal del lugar, decidió caminar por entre los que alguna vez fueron humanos. "Tal vez me encuentre con alguien interesante" pensó y empezó a caminar y decir "perdón", "disculpe", "lo pisé? que pena".

Nadie se quejaba demasiado, parecían vacas anesteciadas, solo siguiendolo con los ojos, pronto llegó a la conclusión de que lo macabro del lugar estaba relacionado únicamente con lo aburrido, la ausencia absoluta de acción en una vida eterna. Se veía a si mismo eventualmente conducido a una locura pasiva en que su mente y espiritu reemplazaran en choques sin sentido la emoción inexistente, mirando a los nuevos rostros con la misma pasividad insignificante con que lo estaban mirando ahora. Se sintió incomodo por un momento en la mitad de la multitud, hizo un rápido escaneo de la zona y encontró un lugar para sentarse. Corrió lo más rápido que pudo y con una rápida pirueta quedo sentado y tambaleandose, miro a su alrededor alzando las cejas una y otra vez, pero las caras seguían serias y ligeramente confundidas. Al quedarse quieto, todos se fueron volteando poco a poco, como olvidándolo para siempre. No lo sorprendió.

Después de algún tiempo imposible de medir, puesto que había empezado a perder la cabeza desde el principio, se hizo presente en frente de la multitud un tipo enorme que seguro era visible incluso desde bien atras. Se encontró a si mismo abriendo los ojos de para en par, como para no perderse de nada y ahuyentar la densa niebla que había estado respirando. Todos a su alrededor hacían lo mismo, algunos en unas muecas horribles.
El gigante hizo una pequeña e innecesaria señal de silencio, se aclaró la gruesa voz y comenzó a hablar de poesía.


Otro

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