jueves, 29 de mayo de 2008

Una nueva guerra

En uno de los momentos de desesperación de la humanidad, que para entonces ya le eran demasiado familiares, uno de los grandes gobiernos decidió arriesgarse y transportar la mayoría de una ciudad a Marte. Ya habían logrado crear algunas colonias experimentales y crear una fuente constante de agua en lugar específicos, donde se recogía antes que el suelo marciano la contaminara.
Las constantes guerras en su hemisferio, provocadas por ese gobierno en su mayoría, habían agotado muchos de sus propios recursos y de la mayoría de países cercanos. Las bombas salían de todas partes, no había forma de controlar las explosiones, solo lanzar más hacia países lejanos que ya no escuchan. La torre de babel se derrumbaba y no parecía haber salvación. A menos que pudieras volar.

Así que llenaron inmensos cohetes de montones de gente, los primeros dispuestos a dejarlo todo atras y comenzar en un nuevo mundo rojo y un cielo morado. Un viaje sin retorno. En un par de años llegarían a la superficie marciana y comenzarían un nuevo estado, el más pequeño y lejano de todos, la última salvación en caso de total destrucción.
En un par de días soleados enviaron a varios millones de personas al espacio, las imagenes tomadas por pasajeros, personal de viaje, los cohetes mismos y satelites cercanos, mostraban un inmenso cardúmen de máquinas descomunales moviendose muy sutilmente en el inmenso mar del negro vacío.

Ningún otro gobierno se atrevió a llevar a cabo un movimiento semejante, ningún otro tenía tantos recursos preparados en Marte y a todos les parecía una locura hacerlo de cualquier forma. Además, ninguno se veía caer tan rápido y de la forma como esa super-potencia parecía hacerlo ahora. Básicamente eran todos contra ella, su gobierno había sido el comandante de la Tierra entera por algún tiempo y había terminado por cansar a todos y volverse psicótico. Ya no escuchaba. Solo ganaba enemigos, una y otra y otra vez. Hasta que un día el enemigo era él, se ofendió y todas los fuegos se encendieron. A cada país, a cada ciudad, pueblo, casa, humano le correspondía tomar un bando y protegerlo con su vida. Muchas veces no había que proteger nada, solo dabas tu vida. Las bombas llovían y salían del piso. La guerra era una nube que no se iba.

La gran potencia sucumbió ante la rabia de un mundo consumido por un deseo insaciable por devorarlo todo. Traer el fuego sagrado y purificar a la tierra perdida. O tal vez la maldecirla con radiación. Fuego, Fuego, Fuego!

20 años después, cuando las primeras comunicaciones de Marte son descifradas, los seres en las imagenes no parecen del todo humanos, se ven mas jovenes de lo que deberían y parecen tener una mueca de esfuerzo que no se marchita. Nos cuentan de como tuvieron que luchar por llegar a salvo sin ayuda desde la Tierra, las perdidas que tuvieron en el aterrizaje, el inmenso esfuerzo por acomodarse, la hambruna por la falta de importaciones de la tierra, el intento de ser extremadamente productivos, el cansancio, la frustración, el caos, el peligro, el tiempo de las guerras, el canibalismo, la limpieza, el régimen y sus intentos por lograr una comunicación satisfactoria.
Nosotros les respondimos con la historia de la guerra y del final de su tierra, que debe quedarse inhabitada por mucho más tiempo y del fin de los intentos del resto de países de continuar cualquier tipo de exploración espacial. Podríamos hablarnos por internet, pero cualquier tipo de interacción física (sin llegar siquiera al tema de la exportación) sería extremadamente difícil de lograr.

Y así es como la extraña paz de miedo y angustia en la posguerra, se convirtió en la nueva guerra jurada a futuro con un planeta lejano, ocupado únicamente por los pocos sobrevivientes de un país que fue exterminado luego de muchos años de cruda y tensa diplomacia y guerra clandestina. Nadie puede escapar.


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